Salid a pasear, a correr, a mirar tiendas… Lo que sea pero que el frío no os encierre en casa. Nuestro cerebro tiene que oxigenarse para ver las cosas con claridad y desintoxicarse de los pensamientos tóxicos y negativos.
Hay que disfrutar de lo que nos rodea. Lo primero que tenemos que conseguir es sentirnos bien con nosotros mismos. Para ello, la alimentación tiene una importancia más que vital. Os recomendamos seguir una dieta equilibrada y rica tanto en hidratos de carbono, como en proteínas, frutas y verduras.
Respirar, respirar, respirar.
En invierno es muy sencillo caer en el error de vivir por y para el trabajo. Son tantas las obligaciones laborales que tenemos, que cuesta separar la vida privada del trabajo y lo más normal es que terminemos explotando.
¡Respirad! Pero respirad en el sentido estricto de la palabra. No se puede llegar a todo y tampoco tenéis porqué llegar a todo así que tomaros las cosas con calma. Un truco, cada noche, al llegar a casa, tumbaros en la cama, mirad al techo y escuchad vuestra respiración. Dedicaros un minuto a vosotros y no penséis en nada.
Practicad el mindfulness
Si habéis perdido el control de vuestras emociones, el mindfulness puede convertirse en vuestro gran aliado. Y es que los ejercicios de meditación pueden ayudarnos a llenar nuestra mente de pensamientos positivos y a conseguir una actitud determinante para afrontar el día a día y los problemas.
Dedicarnos tiempo
¿Os sentís tristes, apáticos, nerviosos y no sabéis por qué? 10 minutos para escucharnos y veréis como todo cambia. Seguro que encontramos respuestas y tranquilidad.